Andando por la calle me encontraba con los cascos en la
cabeza, escuchando mi grupo favorito a todo volumen, sin escuchar a las
personas de mí alrededor.
No tenía en mente un destino, solo podía pensar en alejarme
del lugar en cuestión, que me tenía tan angustiado y encerrado.
Quería alejarme e ir algún lugar donde pudiera estar a gusto
conmigo mismo.
En este lugar no lo estaba, me corta las alas, no me deja
hacer los que yo quiero, no me deja vivir a mi manera, a dedicarme a lo que yo
quiera.
Todo el mundo dice que el mundo está mal y que no va a mejorar, que cada día estamos peor.
Pero yo solo sé que todas aquellas personas que he oído
decirlo, son personas que se conforman con el “conformismo”. ¿De qué se quejan?
¿Alguna vez han luchado por lo que han deseado? ¿Alguna vez han hecho algo
diferente a lo que suelen hacer día tras día?
Estos pensamientos son los que me acarreaban siempre, desde
que tengo conciencia. La gente de ese tipo me pone enfermo, de ahí que quiera
huir de aquí.
Cada vez que contaba mis sueños, siempre salían con que no
lo iba a conseguir. Y cuando relataba alguna hazaña de alguien que ha
conseguido algo, me decían: Esas son excepciones.
¿Y por qué yo no puedo ser una excepción? ¿Tengo que ser
como los demás? ¿Ganado? ¿Tengo que hacer lo que los demás me digan, por mi
bien? ¿Para eso nacemos? Qué vida más aburrida entonces, ¿no?
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