jueves, 20 de abril de 2017

Posted by Sergio Vidal González | File under : , ,

Soy una persona que lucha cada día por cumplir sus sueños, si, has oído bien, sus sueños. No quiero morirme y no poder realizar todos y cada uno de los sueños que tengo en mente.

Muchas personas se ríen de mi al oírme hablar de mis sueños, aunque en el fondo me rio yo más de ellos al saber que van por el camino fácil y que lo único que son ganado de esta sociedad.

No os estoy contando esto para que al levantaros de vuestra cama os digáis a vosotros mismos: me voy a comer el mundo. Eso nunca funciona, yo lo he probado.


Pero del creérselo al realizar dicha acción que te lleve al éxito hay un trecho un tanto grande.

Yo fui un empresario normalito, de barrio… bueno, no se me podría considerar empresario. Esa palabra me venía muy grande en ese tiempo.

Cada día al despertarme de mi sudorosa cama, me levantaba con temor a fracasar, si, tenía fobia al fracaso, no podría oír nada relacionado con ello.

Sabía que el empezar un negocio sería una tarea difícil, pero no sabía que lo fuera a ser tanto, y si, ya sé que ha ser de barrio es más difícil por las limitaciones que tiene, pero que se le va a hacer, era novato.
Y mira que había mañanas que no tenía ni ganas de levantarme por las depresiones que tenía el ver que el negocio no llegaba a los objetivos marcados y era muy frustrante.

Me veía videos de cómo mejorar y de charlas de personas que al parecer, tuvieron mejor suerte que yo.

Hacía todo lo posible para que no se hundiera y no había manera, siempre estaba más hundida que a flote.
No paraba de luchar por un negocio que prácticamente estaba en declive, pero un día me levante decidido, apreté los dientes y las nalgas del culo, fui al servicio corriendo y ya relajado fue hacia la ya nombrada tienda, desanimado entre en ella , prepare las cosas que se solían preparar y me senté a esperar a la agonía profunda, pero fue justo cuando empezó a entrar gente sin parar y no sabía el porqué.

Esta historia que os acabo de relatar tendría que tener moraleja, pero creo que no o sino, la pongo yo. La moraleja es la siguiente: Si eres vago, se vago. No intentes cambiar o las cosas te irán peor.

Por cierto, ahora tengo múltiples empresas y tengo contratada a gente que hace el trabajo por mí, y me encanta, tenía que haberlo probado antes, esto es la buena vida señores lectores u oyentes, como este esto redactado.

Así que adiós y no ha sido un gran placer conoceros, podría haber aprovechado el tiempo durmiendo, que solo tengo 23h libres al día. 

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