Anoche salí con unos amigos a
tomar unas birras, era un miércoles como otro cualquiera en una ciudad desolada
por la desgracia. Era una ciudad que no ofrecía nada al ser humano, nada más
que desolación por vivir allí.
Fuimos a un local bastante
retirado, ya que todos los anteriores ya lo conocíamos muy bien, queríamos probar
algo nuevo, un nuevo sitio en donde hacer amistades nuevas, ya que es lo único que
nos quedaba, no teníamos ni trabajo, ni pareja con quien pasar buenos momentos.
Eran las 2 de la mañana más o
menos, ya que se me apago el móvil, por falta de batería. Cuando llegamos al inhóspito
bar, miramos por los ventanales para ver que ambiente había, pero no se
conseguía ver nada, ya que no había prácticamente luces en el establecimiento.
Pues decidimos entrar, aunque a
mi amigo no le parecía buena idea, ya que a él no le gustaba mucho el sitio y
menos el ambiente que había. Desde fuera solo se escuchaba música heavy y nada
más, ya que ningún otro sonido podría meterse entre la música heavy y salir
fuera del establecimiento.
Entramos al final y como sospechábamos
no se podía ver nada, a malas penas se podía ver la barra del bar y aún menos el
que tenías de al lado.
Nos acercamos a la barra y al
otro extremo vimos una sombra, se acercó derecho a nosotros y cuando estaba
justo enfrente de mí, nos dimos cuenta de que se trataba del camarero que con
tono burlesco nos dijo que si queríamos tomar algo.
Le pedimos unos wiskis solos y él
se dio la vuelta y desapareció en las
sombras de aquel bar oscuro.
Cuando la música se detiene y
empieza a sonar otra como si de cantos gregorianos se tratase, mientras yo
mirando al otro lado de la barra, ya que pensaba que el camarero estaba
tardando demasiado.
Mi amigo, que se encontraba muy
callado y parecía que no estaba, porque no se notaba presencia alguna, empezó agarrarme
la camiseta con fuerza, de arriba abajo.
Molestado me gire rápidamente e
hice que me soltara de un tirón. Él me cogió de la cara y me la giro con un
toque seco que hizo que las cervicales me crujieran.
Donde el me apunto, fue al centro
de la sala del bar, al cual nadie se encontraba en aquel momento, ninguna
sombra se hallaba allí, de vida humana.
En las paredes se empezaron a
encender unas antorchas que no sabíamos que estaban allí, y desde ese instante
pudimos mejor ver mejor el local, el cual daba a entender que estaba en plena
reforma, ya que había ladrillos, palas y demás en el suelo esturreado.
Eche una mirada hacia detrás y ya
no había barra ninguna, como si nunca hubiera estado.
Algo raro estaba ocurriendo y mi
amigo se fue hacia la puerta a intentar abrirla y estaba cerrada, lo empuje
hacia atrás, porque algo le pasaba a la puerta, estaba desapareciendo.
Miramos los ventanales y ya no estaban,
todo a nuestro alrededor se había ido como por arte de magia.
La música gregoriana seguía sonando
de fondo y cada vez más fuerte, tanto que hasta las paredes temblaban y nuestros
tímpanos no iban aguantar tanta presión auditiva.
Nos caímos al suelo al notar que
nuestras piernas temblaban y al mirar hacia abajo, nos dimos cuenta que tampoco
había suelo y que solo se veía un agujero negro, como un pozo.
Pero nosotros seguíamos notando
como si nos sujetara para que no nos caigamos.
Nos intentamos levantar como pudiéramos,
cuando miré hacia el lado y vi una mano esquelética atravesando a mi amigo, por
el pecho, a la altura del corazón.
Yo no sabía como actuar, no tuve
tiempo de reaccionar, solo pude ver aquella mano arrancarle la vida a mi mejor
amigo.
La música gregoriana empezó a
sonar más fuerte, haciendo que se apagaran todas las antorchas con la fuerza
del sonido.
De pronto, la música ceso y unas
luces se encendieron, dejando ver mí alrededor.
Yo estaba agachado, quieto, sin
mover un solo musculo, cuando un joven se hacer para preguntarme si estoy bien.
Yo me caigo del susto que me
propina, y miro para todos lados, viendo que en el bar, se encontraban personas
normales y corriente tomándose algo sentados en sus respectivas sillas.
El camarero, desde la barra, me
dijo que tenía el wiski en la barra y que si estaba bien, lo cual yo le
conteste que no lo sabía, que parecía como que hace unos minutos atrás no
recuerdo que es lo que había pasado.
Me pongo enfrente de la barra,
cojo un taburete y me siento para tomarme el wiski y dejar pasar el tiempo.
Miro hacia mi lado y allí veo un
vaso de wiski por la mitad y un taburete vacío.